La multitudinaria marcha del martes fue un golpe durísimo para el gobierno, un golpe que dejó muy débil políticamente a Milei. En su oportunismo rastrero, debido a la gran presión social, hasta hubo aliados del gobierno en las calles.
Estamos frente a un fenómeno del que podemos señalar al menos tres aspectos relevantes. El primero es la impactante presencia de miles de jóvenes que votaron a Milei en el balotaje, expresando así la acelerada ruptura con este gobierno hambreador. El segundo es que los rectores y organizaciones que llamaron a marchar no pueden atribuirse la dirección de la movilización. En ese sentido, estamos frente a la acción independiente de masas más grande de las últimas décadas. Y por último, la enorme movilización es en sí misma un extraordinario ejemplo para el movimiento obrero y de masas. Entramos en un período de luchas más fuertes y masivas.
A su vez, la imponente acción de masas en defensa de la educación pública, liquidó de un plumazo el "protocolo antipiquetes" de Milei. El tan mentado protocolo para impedir el corte de calles y circulación fue liquidado en minutos por la presencia de miles de manifestantes que en todas las ciudades del país cortaron las calles céntricas durante horas, sin que las fuerzas represivas pudieran hacer nada para evitarlo.